No es la primera vez ni será la última que hable de mi smart TV, un modelo sencillo que adquirí en una promoción por menos de 500 euros. Cuenta con un panel VA de 55 pulgadas compatible con HDR 10, sonido de 16W con Dolby Audio y Android TV con Chromecast integrado. Sin duda, era una de las mejores opciones que podía encontrar dentro de un presupuesto tan ajustado como el mío.
Pero luego llegó la dura realidad: me faltaba brillo en escenas oscuras, el sonido resultaba un tanto pobre y, hablando de lentitud, podía llegar a desesperar a alguien tan impaciente como yo. La debilidad de mi smart TV 4K se evidenció especialmente en la interfaz de Android TV, lo que nos llevó a tomar cartas en el asunto.
Cabe mencionar que es probable que algunos usuarios no experimenten tanto el problema que yo enfrento, lo cual se puede deber a decisiones poco acertadas (por culpa del bajo presupuesto), subestimación de necesidades o incluso un cambio en estas. Cuando vivía sola, apenas usaba Netflix y mi suscripción a Amazon Prime Video era casi decorativa, así que no sentía ninguna carencia. En resumen: funciona bien para un uso ligero de su servicio smart.
El hardware del smart TV se hace evidente con apps exigentes
Entonces llegó mi pareja y cargó el televisor con diversas aplicaciones: navegadores, plataformas de streaming como Disney+ o HBO Max que yo no había probado, y Wiseplay para agregar listas y ver la TDT a través de TDT Channels. Aquí sí que se presentó el desastre: la interfaz de Android TV ya tenía dificultades para iniciar y algunas de estas aplicaciones tardaban en cargar, funcionaban de manera irregular y, en el caso de Wiseplay, había listas que no se mostraban.
Así que comenzamos a descartar posibles culpables
Primero sospechamos de la publicidad, pero en nuestro entorno hay otros televisores con Android TV y varias smart TV en uso intensivo, donde la presencia de anuncios no impactaba negativamente en la experiencia. Luego dirigimos nuestra atención a internet: no podemos conectar la smart TV al router mediante cable y tampoco está tan cerca como para generar problemas, así que tras revisar los consejos para mejorar la cobertura y velocidad, seguimos sin encontrar solución.
El problema estaba en la propia sala
Al mirar a nuestro alrededor, solo nos quedó aceptar que la raíz del problema estaba en el televisor mismo. Así que revisamos las especificaciones técnicas, las cuales se pueden encontrar en las fichas del fabricante (quién sabe dónde están los manuales) o en sitios como Displayspecifications, donde confirmamos que tiene un chip RealTek RTD2851 con 2GB de RAM. ¿Es eso mucho o poco? En nuestra familia contamos con smart TVs de Sony de gama media alta y el famoso LG C1, uno de los mejores smart TV OLED en relación calidad-precio, modelos que ofrecen componentes más avanzados en general y, en particular, a nivel de hardware.
Pero más que una comparación injusta (porque las gamas son distintas y se dirigen a públicos diferentes), nos interesaba analizarlo frente a una posible alternativa, que se convertiría en nuestra solución: un Chromecast con Google TV. Revisando los datos y las pruebas sintéticas (luego abordaremos el aspecto cualitativo), al mirar los benchmarks de la TV y los del Chromecast con Google TV, no hay lugar a dudas: el dispositivo de Google es más del doble de rápido y, efectivamente, se nota.
(Nota: aunque ambos cuentan con la misma RAM, el Chromecast con Google TV 4K tiene un CPU Quad Core A53 a 1.8 GHz)
Una solución económica y eficaz
Ahora ya no dependemos del hardware de la TV para ejecutar las aplicaciones, sino que utilizamos el Chromecast con Google TV como si tuviéramos un televisor convencional, y hemos notado la diferencia desde el primer momento debido a su fluidez. Hasta ahora, creía que un dispositivo de este tipo tenía sentido solo cuando el televisor contaba con un sistema operativo obsoleto que ya no se actualizaba o si no me estaba familiarizado con la interfaz, pero la velocidad, los cortes o la simple posibilidad de ver algo eran aspectos que no había considerado. Después de esta experiencia de prueba y error, la solución resultó ser sencilla y relativamente económica.