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    Desafiando la Vida: La Cruda Realidad de los Insultos que Dañan Nuestra Esencia

    Image from Shutterstock

    Hayao Miyazaki, el reconocido director de Studio Ghibli y un ícono dentro del mundo de la animación, ha levantado su voz enérgicamente contra la animación generada por inteligencia artificial, calificando esta tendencia de “insulto a la vida misma”. Su postura no surge de la nada; se fundamenta en su profunda conexión con el arte y una filosofía que prioriza la esencia humana detrás de cada creación.

    Un video reciente que ha cobrado popularidad en la red social X ha puesto de relieve sus inquietudes. En él, Miyazaki, célebre por obras maestras como “El viaje de Chihiro” y “Mi vecino Totoro”, comparte su reacción visceral al ver una animación producida por una máquina.

    ¿Puede una máquina sentir dolor?

    La creación en cuestión exhibía movimientos artificiales que evocaban la deshumanización, asemejándose a un zombi más que a un ser vivo. Para Miyazaki, estos resultados son prueba de que la inteligencia artificial carece de la sensibilidad humana necesaria para captar la esencia de la animación.

    El revuelo no es fortuito. El auge de la inteligencia artificial ha permitido avances vertiginosos en la generación de imágenes, y con la reciente actualización del generador de imágenes de ChatGPT, muchos comienzan a experimentar convirtiendo fotografías y eventos históricos en llamativas interpretaciones al estilo animé de Studio Ghibli. Esto ha generado un aluvión de contenido en redes sociales, generando opiniones divididas.

    ¡Cuando la animación pierde el alma!

    Miyazaki, quien ha representado a lo largo de su carrera un estándar elevado en la calidad del arte animado, siente que la IA, a pesar de su aparente eficiencia, no puede replicar la intimidad emocional que conecta con el espectador. En su visión, el arte de la animación debería ser un vehículo que transmita sentimientos genuinos y profundos.

    En el mencionado video viral, el animador presenta al maestro una creación que, lejos de ser expresiva, se mueve de manera errática y mecánica, difiriendo drásticamente de la fluidez y la calidez que caracterizan la obra de Ghibli.

    Las palabras de Miyazaki resuenan con firmeza: “No puedo ver estas cosas y encontrarlas interesantes. Quienquiera que las haya creado no tiene ni idea de lo que es el dolor. Me repugna profundamente”. Esta crítica, publicada en una entrevista de la revista FarOut, es una contundente declaración sobre su filosofía artística, que defiende una estética forjada por la experiencia humana, el dolor, la alegría y todo el espectro de emociones que solo un artista puede ofrecer.

    ¿Dónde está la verdadera magia?

    No es la primera vez que el director expresa este desdén por la IA. En 2016, también se mostró escéptico ante ejemplos de animación generada por inteligencia artificial. Su defensa del arte hecho a mano es un legado que rara vez vacila.

    Para él, la idea de que la tecnología pueda reemplazar la experiencia y la sensibilidad humana en la creación artística resulta inquietante. A lo largo de su carrera, ha defendido con fervor la importancia de mantener el valor del trabajo artesanal, argumentando que no se puede permitir que la “deshumanización” impida el proceso creativo.

    Por otro lado, el crecimiento de la inteligencia artificial ha suscitado entusiasmo entre muchos usuarios de redes sociales, quienes hallan fascinante la posibilidad de convertir imágenes cotidianas en animaciones que recuerdan al estilo inconfundible de Studio Ghibli. Sin embargo, la percepción sobre estas obras varía enormemente.

    Miyazaki mantiene viva la esencia del arte animado frente a la deshumanización.

    Mientras algunos ven en estas creaciones una nueva forma de rendir homenaje al arte animado, otros, como el propio Miyazaki, consideran que la inteligencia artificial no puede capturar la alquimia emocional que hace verdaderamente vibrante el arte.

    Aunque los resultados generados por IA pueden ser visualmente deslumbrantes y técnicamente sofisticados, Miyazaki aboga por la idea de que la verdadera magia de la animación trasciende lo técnico. Para él, el objetivo y la riqueza de la animación radican en su habilidad para conectar con las experiencias humanas, un componente que, a su juicio, la IA jamás podrá lograr.

    Al rechazar la inteligencia artificial, Miyazaki no está solo en su preocupación. Aboga por un retorno a la autenticidad y la conexión emocional, recordando a todos la esencia del arte que, en su forma más pura, recolecta no solo imágenes, sino historias, sentimientos y momentos que resuenan en lo más profundo del ser humano.

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